La semana que termina trajo consigo una noticia que me causó mucha impresión. El ya mítico actor Paul Newman y su esposa, la no menos famosa actriz Joan Woodward (ambos ganadores del oscar) cumplieron cincuenta años de casados. Me impresionó la noticia toda vez que no es habitual en el mundo de las luces y el espectáculo, que dos personas tan famosas duren tanto tiempo unidos en matrimonio.
Hasta hace pocos años los matrimonios más “sólidos y mediáticos” en Hollywood eran los de Tom Cruise y Nicole Kidman, Brad Pitt y Jennifer Aniston, Bruce Willis y Demi Moore. Todos ellos ya con nuevas parejas: Cruise con Kathy Holmes, Kidman con Keith Urbain, Pitt con Angelina Jolie, Willis recientemente encontrado con una modelo de Victoria Secret, y Demi Moore con su esposo de ya algunos años Ashton Kutcher.
La bella Rene Zellweger (El diario de Brigitte Jones) se divorció cuatro meses después de casarse, según la pareja, por diferencias de ideas. Jennifer Lopez, actual esposa de Marc Anthony estuvo casada solamente nueve meses con su segundo marido. No le fue tan “bien” como con el primero, con el que duró doce meses. Nicolas Cage (uno de mis actores favoritos) y Lisa María Presley se divorciaron luego de tres meses concluyendo que fue un error garrafal haberse casado. Pero todos los récords fueron batidos por la impredecible Britney Spears quien se divorció 55 HORAS después de contraer nupcias con un amigo de infancia.
Entonces, ¿Impresiona o no leer una noticia como la de Newman y su inseparable Woodward? Yo creo que si, que relaciones como éstas desagravian la institución llamada Matrimonio. Yo creo en el matrimonio y en el amor duradero, pues soy un convencido que Dios lo instituyó y porque encontró que no es bueno que el hombre esté solo y por tanto creo una ayuda idónea para cada uno.
Bueno, a lo que iba. Cuando leí la noticia de las bodas de oro de Paul Newman, no pude evitar que venga a mi mente el recuerdo de unos entrañables vecinos: Don Tomás y la Señora Esperanza. Yo recuerdo la celebración de sus bodas de diamante (75 años de casados) realizada pocos años antes del fallecimiento de ambos. Ellos también vivían en Atahualpa 425, pero en el duplex del lado derecho (nuestras puertas estaban frente a frente divididas por una vieja escalera de madera).
Recuerdo a Don Tomás como a un entrañable amigo. La verdad se lo veía poco, era un señor baja estatura, siempre lo conocí con la cabeza calva y el alma alegre. Era callado, muy amable y hablaba poco. Nunca dejó de contestarme el saludo, y nunca dejó de acompañar su saludo con una ligera sonrisa. El era un maestro panadero, retirado de su oficio durante varios años, pero que a veces era requerido por el panadero de la esquina, el chino Nori, para que reemplace al enfermizo o talvez guarapero panadero titular que de vez en cuando ponía en apuros su negocio. Cuando yo sabía que Don Tomás había hecho el pan, sentía el pan más rico, talvez por el cariño que le tenía. Ese cariño se empezó a hacer más manifiesto cuando empecé a viajar y cuando Don Tomás empezó a hacerse más viejo. Nuestros encuentros casuales eran cada vez menos frecuentes, de allí que eran también más efusivos. Nos abrazábamos como viejos amigos que éramos. Don Tomás ya no saludaba al niño gordito que lo saludaba siempre, ni yo saludaba al vecino anciano de paso raudo: Nos saludábamos dos amigos de antaño. El me vio crecer y yo lo ví envejecer.
-¿Cómo está mi querido amigo? Por usted no pasan los años. Ya quisiera yo tener su fuerza.
-Gracias, gracias. ¿Cómo estás muchacho?
- Aquí pues Don Tomás, de vuelta al barrio.
- Se te extraña hijo, se te extraña.
Yo lo extraño. Don Tomás un día caminando por la calle sufrió una caída. No tenía mal alguno hasta ese día. Se le veía el anciano sano y de paso raudo que siempre fue. Pero esa caída fue el principio de un corto fin. Recuerdo haber ido a buscar una ambulancia de la compañía de bomberos de la calle Puno en el Callao, con su hija Chabela. Era una emergencia. Don Tomás estaba mal, muy mal. Recuerdo haber ayudado a los bomberos a bajarlo cargado por la vieja escalera de Atahualpa 425, sabiendo que era la despedida de mi viejo amigo, que era la ultima vez que tocaba su arrugado cuerpo de roble. El ya no tenía tiempo para una sonrisa, ni para un adiós, pero yo si. Y acompañado por un motor acelerado y una ruidosa sirena se fue mi amigo Tomás. Fue el adiós.
Su esposa Esperanza quedó sola y como todos suponíamos, después de 75 años al lado de Don Tomás, sufrió mucho la ausencia de su amado esposo. La recuerdo como una señora que nunca salía a la calle con ropa de diario. Ella iba al mercado en vestido y zapatos de calle. Tenía una perita llamada Popy, que era una bullera, siempre nos ladraba pero nunca nos mordió. Cuando la Señora Esperanza estaba a una cuadra de su casa al regreso de sus compras en el mercado, cargando sus flores, Don Tomás abría la puerta y Popy salía disparada llevando en el hocico las chancletas de la Señora Esperanza. Ambas eran adoración la una de la otra. Murió Popy y tuvo otra perrita llamada Bartola, que para hacer honor al nombre era una experta cantante, era divertidísimo escucharla cantar a la simple indicación de la Señora Esperanza. Recuerdo haberle traído un par de cuyes de uno de mis viajes a la sierra, me habían dicho que a ella le encantaban, y recuerdo el cariño con el que me invitó una porción del potaje preparado. No me decía Bicho (que era mi apodo en el barrio), ella siempre me decía “Bichito”. Así, con cariño.
Fui testigo que ellos vivieron esa frase que infinitamente se repite, y no tantas se cumple: Marido y Mujer hasta que la muerte los separe. La muerte los separó y supongo que también los unió, pues poco tiempo después la Señora Esperanza le dio el alcance a Don Tomás.
No recuerdo una riña de vecinos con mis padres. Nunca un entredicho, nunca un insulto ni una mala cara. Dios nos bendijo con dos bellos vecinos. A ambos los recuerdo con el mayor cariño. Recordarlos me trae miles de recuerdos y la nostalgia de ya no poder abrazar a Don Tomás ni engreir a la Señora Esperanza.
75 años de casados y unos pocos mas. Toda una vida. Todo un reto. Ojalá Angélica y yo igualemos a Newman y Woodward con sus 50 años de casados. Es una anhelo de mi alma ver envejecer a mi amada y ver a mis nietos y bisnietos. Se que no alcanzaré el récord de Don Tomas y la Señora Esperanza (tendría que vivir 102 años), pero si me gustaría la unidad que ellos tuvieron, toda una vida junta, una vejez digna de un caballero y una dama como ellos siempre lo fueron.
Desde esta humilde tribuna, rindo un tributo a Don Tomás Zárate y a su amada esposa Doña Esperanza Bustamante de Zárate por permitirnos creer en el matrimonio y en el amor para toda la vida. Gracias queridos y entrañables amigos… de toda la vida.
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Publicado originalmente el 04.02.2008 en http://elrincondeltavo.blog.terra.com.pe
lunes, 25 de febrero de 2008
EL PEQUEÑO QUE ME SIGUE
“EL PEQUEÑO QUE ME SIGUE”
Quiero ser muy cuidadoso
porque un pequeño me sigue.
No quiero yo desviarme
porque temo que él me siga.
No escapo de su mirada,
lo que me ve hacer también lo intenta.
Como yo soy,quiere ser también,
el pequeño que me sigue.
Debo recordar mientras vivo,
en los veranos soleados y la nieve de invierno,
que estoy construyendo los años
del pequeño que me sigue.
(Tomado de “Desarrolle el líder que está en usted” de Jhon Maxwell)
El pequeño que me sigue tiene 4 años y 4 meses y se llama Sebastián Andrés. El nació el 18 de Agosto del 2003 en la Clínica Good Hope del distrito de Miraflores. El pequeño que me sigue quiere ser como yo, y me lo ha dicho mil veces. Felizmente aún no entiende que soy un ser lleno de imperfecciones (no me refiero a las físicas y evidentes jeje) que requiere aún ser trabajado por las manos del Maestro. El hecho que aún no entienda de ello, felizmente también, me da tiempo para trabajar esos aspectos que ya han sido perfectamente identificadas gracias a las críticas amorosas de mi esposa y otras de algunos entrañables amigos.
Hay momentos que disfruto enormemente con el pequeño que me sigue. Por ejemplo esos mágicos 10 minutos de camino desde nuestra casa hasta el colegio. Pasar por el colegio feo y “que feo ese colegio papito todo pintarrajeado, todos los niños están tristes ¿no papito? Mi colegio es bonito los papitos y mamitas se quedan felices, pero este colegio es tan feo” y no pasan ni dos cuadras y “si, si, si, yo quiero que me dejes en el colegio feo”, es entonces que el nudo en la boca del estómago aparece y la carcajada no logra quedarse dentro. Lamento la llegada de las vacaciones para él (aunque bien merecidas las tiene), pero a mis mañanas le faltan esos mágicos 10 minutos.
Esto de la influencia es toda una responsabilidad, y queramos o no, todos influimos o somos influenciados por algo y/o por alguien. Para mi es una carga, que acepto con la mayor responsabilidad y amor, ser la persona de mayor influencia en “el pequeño que me sigue”. La otra vez cruzaba la avenida Brasil a la altura de San Felipe mientras la luz del semáforo estaba aún en verde, y mientras la cruzaba éste cambió a ámbar y luego a rojo sin que yo haya terminado de cruzar la avenida. “Papito te pasaste la luz roja, eso no se hace”. No hubo forma de hacerle entender que cuando empecé a cruzar la avenida el semáforo estuvo en verde y que no había cometido una infracción. “Cuando yo sea grande también voy a cruzar cuando el semáforo está en rojo, si, yo también”. He necesitado muchos días y muchos semáforos para enseñarle al pequeño que me sigue que hay que respetar el semáforo. Hace unos días mientras jugaba con su Lego de policías el agente motorizado le decía a otro muñeco: “Por haberse pasado una luz roja, lo voy a llevar a la cárcel”. Sonreí pensando que había conseguido entender mi enseñanza. Me alegré y decidí cuidar cada paso que doy para no ser una mala influencia para el pequeño que me sigue.
En estos días de vacaciones, he pasado mucho tiempo con Sebastián. Han sido días que seguramente el no olvidará nunca. He disfrutado momento a momento sus días, las cosas que le gustan, sus temores, sus ocurrencias, sus seguidillas de preguntas y sus locuras. Hay tanto por hacer en la vida de mi niño, lo veo hacer la siesta a mi lado y proyecto mi mente y lo veo allí mismo echado con un pequeño que lo sigue, que le hace las mismas preguntas repetidas y rebuscadas como las que me hace a mi. ¿Qué habrá de ser del pequeño que me sigue? Solo se que mientras Dios me de fuerzas, detendré el mundo con mis manos si es necesario, para hacer de él un hombre que ama a Dios, a su familia, a su prójimo; una persona que por encima de sus logros personales tenga en cuenta que un divino ojo visor ve cada uno de sus pasos y en función a ello actúe.
Falta mucho por recorrer, esto recién empieza para mí, y desde luego para él también. Quiero que el pequeño que me sigue encuentre su mejor influencia en la vida de Jesús, pero ahora mismo es muy difícil para el entender los conceptos de divinidad y de omnipresencia de Dios. La mejor referencia de un ser superior para mi hijo definitivamente soy yo: soy más fuerte que él, soy más grande que él, él depende de mí, yo decido por ahora sus pasos y las cosas de su entorno, y por eso mismo quiero que en base a su relación conmigo, Sebastián pueda establecer una sana relación con Dios Padre.
Algún día el pequeño que me sigue será grande y seguramente tendrá un pequeño que lo sigue. Ojala Dios me conceda el ser testigo de esos días, y ser un espectador de la forma en como él guiará a ese pequeño que lo seguirá. Allí me daré cuenta si logré cumplir mi objetivo en esta tierra: Hacer de mi hijo una persona honorable ante los ojos de Dios, de los hombres, y desde luego… del pequeño que lo siga.
Te amo “Muñequido”.
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Publicado originalmente el 18.01.2008 en http://elrincondeltavo.blog.terra.com.pe
Banda Richard Brand
El pasado 08 de Diciembre se llevó a cabo el Concierto Anual de la Banda de Música del Colegio San Antonio Marianistas del Callao, Banda RP.Richard Brand, del cual soy un orgulloso ex alumno (tanto del colegio como de la banda de música). Salí de sus aulas en el año 1990.
Este concierto tuvo una particularidad especial para mí, ya que entre los músicos participantes se encontraba mi sobrino Samuel, hijo de mi hermano mayor Jaime, también ex alumno del colegio y de la banda de música (egresó en el año 1984). Ambos tuvieron un número especial junto con el director de la banda de música; interpretaron un trío de trombones que arrancó muchos aplausos del respetable reunido en el evento. Samuel es un niño con mucho talento, el tiene 11 años y cursa el sexto grado de primaria, y es el único alumno de ese nivel escolar que toca en la banda principal del colegio.
Amo a la banda de mi querido Colegio San Antonio. ¿Cómo no amarla?¿Cómo no llevar guardados en el corazón tantos gratos y amados momentos que viví gracias a mi banda? Pareciera que fue anoche, aquella fría y triste noche de diciembre de 1990, cuando en el viejo Teatro Municipal del Callao mi querida banda me despedía después de 4 años de haberle dado toda mi pasión por el arte que ella misma creó en mi. Estábamos allí, los chiquillos de la promoción 1990 que ese año decíamos adiós a nuestra querida banda y a nuestro colegio, cada uno abrazando su instrumento, recibiendo el aplauso de los presentes. Si, lágrimas de por medio, mientras detrás nuestro, nuestra banda, los que quedaban, entonaban el Himno del Adiós guiados por la batuta de nuestro maestro Miguel Cruz Rivera.
Escribir sobre mi banda y todo lo que con ella viví me podría permitir escribir un libro de cientos de páginas. Tendría que contar de nuestras presentaciones todos los lunes en la ceremonia de la mañana del colegio, o las presentaciones en la Feria del Pacífico, en procesiones, en los desfiles como Banda Oficial del Callao, en colegios, estadios, conciertos y un largo etc. Esta vez me limitaré a contar tres eventos que han quedado tatuados en mi memoria, recuerdos que los contaré a mi hijos y a mis nietos con gran emoción y cariño.
El primero es que con la banda del colegio gané el primer salario de mi vida. Fue en el año 1989 cuando cursaba el 4to año de secundaria, y la Feria Internacional del Pacífico envió una carta a nuestro colegio solicitando los servicios de nuestra banda de música para trabajar de jueves a domingo durante las tres semanas de feria en el festival de marinera que se llevaba a cabo en el coliseo de ese recinto ferial. Fuimos 15 los seleccionados para tal “trabajito”. Un pase permanente a la feria, vales de consumo en kioscos y restaurantes, una polera y 16,000 intis (o 160,000 intis, o 1`600,000 intis, en realidad no recuerdo por los cambios de la época de Alán) fueron el pago por los servicios brindados. Una imagen que siempre guardo de mi padre es cuando llegaba con comida comprada en la calle habitualmente después de su día de pago; seguramente por eso el día que recibí ese dinero, antes de llegar a casa, pasé por un restaurante de chinos en la calle Cochrane en mi querido Callao, y “Prepárame pato asado y pollo asado para 6 personas, con bastante nabo encurtido. ¡Con cariño chino que es pa´ llevarlo a mis viejitos!”. El saldo de lo recibido fue a parar a la cartera de mi mamá, “porque en tus manos el dinero será mejor utilizado que en las mías mamá”. Bacán, gracias a la banda aprendí que el “pato asado” es más rico cuando lo compras con el sudor de tu frente.
Con la banda salí por primera vez de Lima. Viajamos a Chimbote en el año 1988 a participar en la semifinal del Concurso Nacional de Bandas Escolares de aquel año. Tuvimos que trasladarnos hasta dicha ciudad para enfrentar a otra “señora” banda, la del Colegio San Juan de Trujillo, y modestia aparte, nunca dudamos en que ganaríamos y…ganamos. Habíamos ejecutado magistralmente la marcha Sesquicentenario, Las Vírgenes del Sol, y como tema libre una marcha norteamericana con arreglos musicales alucinantes llamada Stars and Stripes Forever de Jhon Philip Souza. Supongo que el jurado no dudó en darnos el triunfo, y nos lo dio ante el consentimiento de cientos de personas congregadas en la Plaza de Armas de Chimbote. Ese fue nuestro pase a la final que se llevó a cabo en el Colegio Militar Leoncio Prado. Quedamos sub campeones nacionales, por culpa de la banda del Colegio La Merced de Huacho, una banda con 350 alumnos, que no por “piconería” debo decir, que era mas bulla que clase. Pero aceptamos nuestra derrota con la frente en alto, porque eso también nos enseñó nuestra banda, a ser caballeros en todo, aún cuando el triunfo no estuviera de nuestro lado.
Mi banda también me dio el privilegio de tocar en el mejor auditorio de música en el Perú, el del Colegio Santa Ursula. Durante tres años participamos en el Concurso de Música organizado por la asociación Nueva Acrópolis, el banco de Crédito y la Embajada de Alemania. Los tres años que participé ganamos el “Arpa de Oro” que era el trofeo que se les daba a los finalistas. En la categoría “Bandas” siempre llegábamos a la final con la banda del Colegio Peruano Chino 10 de Octubre, señores, un “bandón”. Recuerdo que en el concierto de 1990 ejecutamos una pieza llamada “Marinera y Tondero”, que era una pieza con arreglos musicales muy finos y técnicos. Yo siempre toqué el bajo de viento, y aprendí de mi buen amigo Percy Trujillano. El dejó el colegio en 1988 y desde que él se fue, fui el encargado de tocar todos los solos de marinera. Empezó el redoble de tarola, y el maestro Miguel Cruz, director de la banda, me miró y “Es hora de lucirse muchacho”. Ejecuté correctamente el solo que durante algunas semanas había ensayado, y mientras lo hacía, ocurrió algo que nunca sabré si solamente fue una sensación o algo que realmente ocurrió: Sentí una gran ovación del público, gritos, aplausos, vivas. Me sentía en las nubes, fui feliz durante esos 12 segundos mágicos, qué sensación tan alucinante. Las luces no me permitían ver al público, pero yo sabía que el auditorio estaba lleno. Esa noche fui feliz.
Tres recuerdos, tres escenas. Tres.
17 años después estaba allí parado frente a mi banda, con mi filmadora en mano, entonando con la fuerza del corazón el himno de mi colegio.Y estaba allí mi banda, 17 años después de darme el adiós definitivo. Estaba allí y me veía en el escenario abrazando el primer bajo, veía a Mario Oneglio y a Israel Grimaldo en las trompetas, a José Pino en el saxo tenor, a Erick Tamaríz en el segundo trombón, a Vittorio Masucco De La Sota con su saxo barítono, a Bryan La Rosa con su clarinete, a José Urbina en el segundo bajo, todos ellos y muchos más, pero con rostros de niños, mas rejuvenecidos, rostros que reflejan el orgullo de tocar en la Banda del Colegio San Antonio Marianistas.
17 años después, mi banda me demostró que yo salí de ella, pero ella nunca salió de mí.
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Publicado originalmente el 16.12.2007 en http://elrincondeltavo.blog.terra.com.pe
Este concierto tuvo una particularidad especial para mí, ya que entre los músicos participantes se encontraba mi sobrino Samuel, hijo de mi hermano mayor Jaime, también ex alumno del colegio y de la banda de música (egresó en el año 1984). Ambos tuvieron un número especial junto con el director de la banda de música; interpretaron un trío de trombones que arrancó muchos aplausos del respetable reunido en el evento. Samuel es un niño con mucho talento, el tiene 11 años y cursa el sexto grado de primaria, y es el único alumno de ese nivel escolar que toca en la banda principal del colegio.
Amo a la banda de mi querido Colegio San Antonio. ¿Cómo no amarla?¿Cómo no llevar guardados en el corazón tantos gratos y amados momentos que viví gracias a mi banda? Pareciera que fue anoche, aquella fría y triste noche de diciembre de 1990, cuando en el viejo Teatro Municipal del Callao mi querida banda me despedía después de 4 años de haberle dado toda mi pasión por el arte que ella misma creó en mi. Estábamos allí, los chiquillos de la promoción 1990 que ese año decíamos adiós a nuestra querida banda y a nuestro colegio, cada uno abrazando su instrumento, recibiendo el aplauso de los presentes. Si, lágrimas de por medio, mientras detrás nuestro, nuestra banda, los que quedaban, entonaban el Himno del Adiós guiados por la batuta de nuestro maestro Miguel Cruz Rivera.
Escribir sobre mi banda y todo lo que con ella viví me podría permitir escribir un libro de cientos de páginas. Tendría que contar de nuestras presentaciones todos los lunes en la ceremonia de la mañana del colegio, o las presentaciones en la Feria del Pacífico, en procesiones, en los desfiles como Banda Oficial del Callao, en colegios, estadios, conciertos y un largo etc. Esta vez me limitaré a contar tres eventos que han quedado tatuados en mi memoria, recuerdos que los contaré a mi hijos y a mis nietos con gran emoción y cariño.
El primero es que con la banda del colegio gané el primer salario de mi vida. Fue en el año 1989 cuando cursaba el 4to año de secundaria, y la Feria Internacional del Pacífico envió una carta a nuestro colegio solicitando los servicios de nuestra banda de música para trabajar de jueves a domingo durante las tres semanas de feria en el festival de marinera que se llevaba a cabo en el coliseo de ese recinto ferial. Fuimos 15 los seleccionados para tal “trabajito”. Un pase permanente a la feria, vales de consumo en kioscos y restaurantes, una polera y 16,000 intis (o 160,000 intis, o 1`600,000 intis, en realidad no recuerdo por los cambios de la época de Alán) fueron el pago por los servicios brindados. Una imagen que siempre guardo de mi padre es cuando llegaba con comida comprada en la calle habitualmente después de su día de pago; seguramente por eso el día que recibí ese dinero, antes de llegar a casa, pasé por un restaurante de chinos en la calle Cochrane en mi querido Callao, y “Prepárame pato asado y pollo asado para 6 personas, con bastante nabo encurtido. ¡Con cariño chino que es pa´ llevarlo a mis viejitos!”. El saldo de lo recibido fue a parar a la cartera de mi mamá, “porque en tus manos el dinero será mejor utilizado que en las mías mamá”. Bacán, gracias a la banda aprendí que el “pato asado” es más rico cuando lo compras con el sudor de tu frente.
Con la banda salí por primera vez de Lima. Viajamos a Chimbote en el año 1988 a participar en la semifinal del Concurso Nacional de Bandas Escolares de aquel año. Tuvimos que trasladarnos hasta dicha ciudad para enfrentar a otra “señora” banda, la del Colegio San Juan de Trujillo, y modestia aparte, nunca dudamos en que ganaríamos y…ganamos. Habíamos ejecutado magistralmente la marcha Sesquicentenario, Las Vírgenes del Sol, y como tema libre una marcha norteamericana con arreglos musicales alucinantes llamada Stars and Stripes Forever de Jhon Philip Souza. Supongo que el jurado no dudó en darnos el triunfo, y nos lo dio ante el consentimiento de cientos de personas congregadas en la Plaza de Armas de Chimbote. Ese fue nuestro pase a la final que se llevó a cabo en el Colegio Militar Leoncio Prado. Quedamos sub campeones nacionales, por culpa de la banda del Colegio La Merced de Huacho, una banda con 350 alumnos, que no por “piconería” debo decir, que era mas bulla que clase. Pero aceptamos nuestra derrota con la frente en alto, porque eso también nos enseñó nuestra banda, a ser caballeros en todo, aún cuando el triunfo no estuviera de nuestro lado.
Mi banda también me dio el privilegio de tocar en el mejor auditorio de música en el Perú, el del Colegio Santa Ursula. Durante tres años participamos en el Concurso de Música organizado por la asociación Nueva Acrópolis, el banco de Crédito y la Embajada de Alemania. Los tres años que participé ganamos el “Arpa de Oro” que era el trofeo que se les daba a los finalistas. En la categoría “Bandas” siempre llegábamos a la final con la banda del Colegio Peruano Chino 10 de Octubre, señores, un “bandón”. Recuerdo que en el concierto de 1990 ejecutamos una pieza llamada “Marinera y Tondero”, que era una pieza con arreglos musicales muy finos y técnicos. Yo siempre toqué el bajo de viento, y aprendí de mi buen amigo Percy Trujillano. El dejó el colegio en 1988 y desde que él se fue, fui el encargado de tocar todos los solos de marinera. Empezó el redoble de tarola, y el maestro Miguel Cruz, director de la banda, me miró y “Es hora de lucirse muchacho”. Ejecuté correctamente el solo que durante algunas semanas había ensayado, y mientras lo hacía, ocurrió algo que nunca sabré si solamente fue una sensación o algo que realmente ocurrió: Sentí una gran ovación del público, gritos, aplausos, vivas. Me sentía en las nubes, fui feliz durante esos 12 segundos mágicos, qué sensación tan alucinante. Las luces no me permitían ver al público, pero yo sabía que el auditorio estaba lleno. Esa noche fui feliz.
Tres recuerdos, tres escenas. Tres.
17 años después estaba allí parado frente a mi banda, con mi filmadora en mano, entonando con la fuerza del corazón el himno de mi colegio.Y estaba allí mi banda, 17 años después de darme el adiós definitivo. Estaba allí y me veía en el escenario abrazando el primer bajo, veía a Mario Oneglio y a Israel Grimaldo en las trompetas, a José Pino en el saxo tenor, a Erick Tamaríz en el segundo trombón, a Vittorio Masucco De La Sota con su saxo barítono, a Bryan La Rosa con su clarinete, a José Urbina en el segundo bajo, todos ellos y muchos más, pero con rostros de niños, mas rejuvenecidos, rostros que reflejan el orgullo de tocar en la Banda del Colegio San Antonio Marianistas.
17 años después, mi banda me demostró que yo salí de ella, pero ella nunca salió de mí.
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Publicado originalmente el 16.12.2007 en http://elrincondeltavo.blog.terra.com.pe
ESA PEQUEÑA PRECIOSA
En estas décimas contaré
lo que me anda entusiasmando,
ando en un pie saltando
y aquí les cuento porqué:
Yo no se lo que voy a hacer
con una pequeña preciosa
que anda muy empeñosa
en su afán de conquistarme
¿Qué podré hacer para escaparme
De esta divina mocosa?
Nació en una tarde fría
en mayo del dos mil siete
la esperábamos p´al mes siguiente
pero nos adelantó la alegría.
Y en aquel bendito día
se sumó a nuestro Sebastián
para juntos en sociedad
ser el motor de mis días
y de los de Angélica María
llenándonos de felicidad
“Ya verás cuando esté en tus brazos”
recuerdo que me decían
hasta algunos me advertían
“ ¡Necesitarás un baberazo!”
Hoy me agarro a cabezazos
pues todos tenían razón,
me ha robado el corazón
esa pequeña preciosa,
hermosa como una rosa
suavecita y blanca como algodón.
Me mira como diciendo
"No te podrás resistir
claro que vas a venir"
y yo…. Termino yendo
Es un vicio tremendo
esa pequeña preciosa
"No te pases de graciosa
y ya deja de coquetearme
estas a punto de desarmarme
con tu sonrisita de diosa"
Con tu mirada de angelito
me tienes embelezado
y ahora muy entusiasmado
te contaré un secretito
Espero ese día bendito
en que tu me alocarás
con el escándalo que se armará
cuando abras la boquita
y con tu bella sonrisita
Tu me llames "papá"
Angélica Rosalía
eres la pequeña preciosa
por ti mi alma se goza
y rebosa de Alegría.
Lo acepto….¿Quién diría?
Has logrado tu objetivo
Pues hoy con orgullo digo:
SOY UN PAPA MUY CHOCHO
Y AL DECIRLO NO ME ARROCHO
Y con eso me despido
ATAHUALPA 425 - CALLAO
El fin de semana que pasó no fue un fin de semana cualquiera. Fue literalmente trascendental en la familia Rodriguez Huapaya (de la que me jacto ser el tercero de los 4 hijos). Digo “trascendental” aún cuando creo que no es la palabra que logra describir lo que pienso. Si, fue trascendental porque ese día la familia dejó el “departamentito” dúplex ubicado en el Jirón Atahualpa 425 - Callao, “chapó sus chivas” y se mudó. ¿Y qué tiene de excepcional una mudanza?¿No se muda un montón de gente en nuestra congestionada ciudad llena de “mis viviendas”, “techos propios”, “casas 120%” y otras tantas modalidades de crédito hipotecario? Pues si, mucha gente se muda hoy en día. Pero insisto en que fue un fin de semana “trascendental” porque no todos los días ocurre que una persona deja el barrio que lo cobijó durante 65 años tal y como le ocurrió a mi viejo. Pienso en él y me imagino la cantidad de recuerdos que quedan en ese barrio, testigo de sus andanzas de niño, adolescente, joven, adulto y (lo siento viejo pero…) de viejo.
Mi viejo nació en 1945 en Atahualpa 417 - Callao, en otro “departamentito” dúplex casi contiguo al 425 de la misma calle y en 1965 se casó con mi madre cuando ella apenas tenía los 15 años cumplidos y sus primeros años de casados los vivieron en dicho dúplex. Llegaron los hijos y en ese ínterin fue la primera mudanza pero no hubo cambio de cuadra, la esquina tenía que seguir siendo la misma, “el mismo barrio o nada chola, chapemos nuestra chivas y vámonos pal’ lado”, y se fueron pal’ lado.
Mis recuerdos en Atahualpa 425-Callao son inacabables. Hay tantos momentos de felicidad, tantas lágrimas, tantas peleas, tantos sueños y tantas pesadillas.
Creo que mi infancia fue feliz, mataperreando en la calle con mis causitas: los Larrea, los Abanto, los Martinez, el Tino, Muquita, Vavá, el Luqui y otros palomillas mas. Éramos los reyes del chiquimango, la gorreda de camión, el palito chino, el kiwi, el matagente y la pichanguita en la pista. Pa´ eso si eramos buenos, pal´ peloteo. Teníamos nuestro equipito de fulbito: El Flamengo Fútbol Club, y los clásicos con el Benito Meza con su megaestrella “Puchungo Yañez”.
- “Gustavo te busca Iván”
- Yaaaa, que me espere. Ya bajo.
- Pero ¿a dónde crees que vas? Toma el desayuno!!!
- Talvez cuando regrese mamá. Vamos Iván, vuela que no me cepillé los dientes
- Regresa pronto hijo.
En casa los problemas comenzaron no se cuándo, por temas de mi viejo de los que no quiero hablar, pero que no solo generaban problemas y peleas con mi madre, sino también heridas en mi corazón. Desde mi trinchera fui testigo de adornos voladores, palabras afiladas como dardos venenosos, ríos de lágrimas que teñían mi alma y desesperanza por doquier. Atahualpa 425 – Callao se volvió un polvorín, no había fin de semana que no lo fuera. Eran tres batallas al mes (cada batalla un fin de semana) y la gran batalla final era a fin de mes (claro después del día de pago), era el Armagedón. “Ya acabará” era mi sueño .
- Tú no te metas que contigo no es.
- Pero mami, ya para. Ven vamos a dormir, no llores más.
- Anda yendo hijito. Ya me estoy calmando.
- ¿Ves lo que haces viejo? - (Silencio)
- Esto se va a acabar un día. Ya lo verás. Vamos mamá.
- Vamos hijito.
“Esto se va a acabar un día”.
Un inquilino llegó a casa a finales de 1984. Nunca lo veíamos pero sabíamos que estaba allí. Llegó en el mejor momento a Atahualpa 425 – Callao. Y es que llegó a traer paz. La paz que todos esperábamos.
Fue algo así como lluvia en tierra seca.
Un rayo de luz de repente en la oscuridad
Fue algo así como esta en cadena perpetua
Y una mañana te dicen: “te doy libertad”.
(CD Altísimo Señor / Torre Fuerte )
Mis padres tuvieron un encuentro personal con Dios, y desde ese día, el Santo inquilino de Atahualpa 425 – Callao empezó a hacer una obra en los que habitábamos en aquel lugar. Los problemas no desaparecieron al día siguiente de su llegada, pero la desesperanza si. Y sin querer, llegaron momentos muy felices: Los nacimientos, las graduaciones, los aniversarios de bodas, los viajes, las navidades, los cumpleaños y tantas historias inacabables. Fui feliz en ese “departamentito” dúplex.
Lamentablemente la calle se volvió tierra de nadie. Se empezó a hacer famosa: reportajes en Panorama, Cuarto Poder, La Revista Dominical, noticias en El Comercio y en diarios chicha. Mis amigos del alma caían presos, esclavos de la droga y la mala vida. Las amigas de mi hermana cambiaron las muñequitas por bebes de carne y hueso a temprana edad. Mataron a David de un par de puñaladas en la esquina de Atahualpa y Lazareto. Los “Tortuninjas” se hicieron famosos y temidos.
Salí del barrio después de casarme, reconozco que hubo lágrimas. Fue triste dejar mi barrio de toda la vida. Antes ya había salido mi hermano Miguel que por motivo de trabajo se fue a vivir a Pisco. Luego salió mi hermano mayor y buscó una zona “mas segura y tranquila” para vivir y hacer crecer a sus hijos. El barrio no era ese lugar. En casa solo quedaron mis padres y mi hermana menor. Ellos si vieron el desbande del barrio: balaceras, robos, peleas, operativos policiales. ¡Era la hora de salir!
Si pues, ya era un riesgo seguir allí. Mi madre durante mucho tiempo había pedido a Dios vivir en La Perla – Callao, ella mientras mas cerca de la iglesia, más feliz. Y Dios le concedió el deseo de su corazón. El sábado pasado se mudaron a Calle Olaya 1275 – La Perla – Callao, y dejaron atrás los años en Atahualpa 425 – Callao. ¡Que bravo! Toda una vida allí, pero otra vez el “inquilino” hizo su obra… a su tiempo.
El último día que fui a Atahualpa 425 – Callao, me despedí de mi tía Maruja (era una tía putativa).
- Se van Gustavito. ¡Que pena!
- Si pues tía, las despedidas son feas.
- Y pensar que fui yo quien te bañó por primera vez. Parece que fue ayer hijito.
- Si tía pero tranqui. Siempre habrá una oportunidad para vernos. Vendré a visitarle de vez en cuando.
- Ojalá hijito.
La verdad…… no creo.
- Mami ya terminé de armar tu dormitorio. - Gracias hijito.
- ¿Estás contenta?
- ¡Estoy feliz!
- ¿Y tu viejo?
- También hijo
- ¿Viste? Eso se iba a acabar algún día.
Mi viejo nació en 1945 en Atahualpa 417 - Callao, en otro “departamentito” dúplex casi contiguo al 425 de la misma calle y en 1965 se casó con mi madre cuando ella apenas tenía los 15 años cumplidos y sus primeros años de casados los vivieron en dicho dúplex. Llegaron los hijos y en ese ínterin fue la primera mudanza pero no hubo cambio de cuadra, la esquina tenía que seguir siendo la misma, “el mismo barrio o nada chola, chapemos nuestra chivas y vámonos pal’ lado”, y se fueron pal’ lado.
Mis recuerdos en Atahualpa 425-Callao son inacabables. Hay tantos momentos de felicidad, tantas lágrimas, tantas peleas, tantos sueños y tantas pesadillas.
Creo que mi infancia fue feliz, mataperreando en la calle con mis causitas: los Larrea, los Abanto, los Martinez, el Tino, Muquita, Vavá, el Luqui y otros palomillas mas. Éramos los reyes del chiquimango, la gorreda de camión, el palito chino, el kiwi, el matagente y la pichanguita en la pista. Pa´ eso si eramos buenos, pal´ peloteo. Teníamos nuestro equipito de fulbito: El Flamengo Fútbol Club, y los clásicos con el Benito Meza con su megaestrella “Puchungo Yañez”.
- “Gustavo te busca Iván”
- Yaaaa, que me espere. Ya bajo.
- Pero ¿a dónde crees que vas? Toma el desayuno!!!
- Talvez cuando regrese mamá. Vamos Iván, vuela que no me cepillé los dientes
- Regresa pronto hijo.
En casa los problemas comenzaron no se cuándo, por temas de mi viejo de los que no quiero hablar, pero que no solo generaban problemas y peleas con mi madre, sino también heridas en mi corazón. Desde mi trinchera fui testigo de adornos voladores, palabras afiladas como dardos venenosos, ríos de lágrimas que teñían mi alma y desesperanza por doquier. Atahualpa 425 – Callao se volvió un polvorín, no había fin de semana que no lo fuera. Eran tres batallas al mes (cada batalla un fin de semana) y la gran batalla final era a fin de mes (claro después del día de pago), era el Armagedón. “Ya acabará” era mi sueño .
- Tú no te metas que contigo no es.
- Pero mami, ya para. Ven vamos a dormir, no llores más.
- Anda yendo hijito. Ya me estoy calmando.
- ¿Ves lo que haces viejo? - (Silencio)
- Esto se va a acabar un día. Ya lo verás. Vamos mamá.
- Vamos hijito.
“Esto se va a acabar un día”.
Un inquilino llegó a casa a finales de 1984. Nunca lo veíamos pero sabíamos que estaba allí. Llegó en el mejor momento a Atahualpa 425 – Callao. Y es que llegó a traer paz. La paz que todos esperábamos.
Fue algo así como lluvia en tierra seca.
Un rayo de luz de repente en la oscuridad
Fue algo así como esta en cadena perpetua
Y una mañana te dicen: “te doy libertad”.
(CD Altísimo Señor / Torre Fuerte )
Mis padres tuvieron un encuentro personal con Dios, y desde ese día, el Santo inquilino de Atahualpa 425 – Callao empezó a hacer una obra en los que habitábamos en aquel lugar. Los problemas no desaparecieron al día siguiente de su llegada, pero la desesperanza si. Y sin querer, llegaron momentos muy felices: Los nacimientos, las graduaciones, los aniversarios de bodas, los viajes, las navidades, los cumpleaños y tantas historias inacabables. Fui feliz en ese “departamentito” dúplex.
Lamentablemente la calle se volvió tierra de nadie. Se empezó a hacer famosa: reportajes en Panorama, Cuarto Poder, La Revista Dominical, noticias en El Comercio y en diarios chicha. Mis amigos del alma caían presos, esclavos de la droga y la mala vida. Las amigas de mi hermana cambiaron las muñequitas por bebes de carne y hueso a temprana edad. Mataron a David de un par de puñaladas en la esquina de Atahualpa y Lazareto. Los “Tortuninjas” se hicieron famosos y temidos.
Salí del barrio después de casarme, reconozco que hubo lágrimas. Fue triste dejar mi barrio de toda la vida. Antes ya había salido mi hermano Miguel que por motivo de trabajo se fue a vivir a Pisco. Luego salió mi hermano mayor y buscó una zona “mas segura y tranquila” para vivir y hacer crecer a sus hijos. El barrio no era ese lugar. En casa solo quedaron mis padres y mi hermana menor. Ellos si vieron el desbande del barrio: balaceras, robos, peleas, operativos policiales. ¡Era la hora de salir!
Si pues, ya era un riesgo seguir allí. Mi madre durante mucho tiempo había pedido a Dios vivir en La Perla – Callao, ella mientras mas cerca de la iglesia, más feliz. Y Dios le concedió el deseo de su corazón. El sábado pasado se mudaron a Calle Olaya 1275 – La Perla – Callao, y dejaron atrás los años en Atahualpa 425 – Callao. ¡Que bravo! Toda una vida allí, pero otra vez el “inquilino” hizo su obra… a su tiempo.
El último día que fui a Atahualpa 425 – Callao, me despedí de mi tía Maruja (era una tía putativa).
- Se van Gustavito. ¡Que pena!
- Si pues tía, las despedidas son feas.
- Y pensar que fui yo quien te bañó por primera vez. Parece que fue ayer hijito.
- Si tía pero tranqui. Siempre habrá una oportunidad para vernos. Vendré a visitarle de vez en cuando.
- Ojalá hijito.
La verdad…… no creo.
- Mami ya terminé de armar tu dormitorio. - Gracias hijito.
- ¿Estás contenta?
- ¡Estoy feliz!
- ¿Y tu viejo?
- También hijo
- ¿Viste? Eso se iba a acabar algún día.
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Publicado originalmente el 21.11.2007 en http://elrincondeltavo.blog.terra.com.pe
El Rincón del Tavo
Mi nombre es Gustavo Rodriguez Huapaya, y soy: Un cristiano, casado con Angélica, papá de Sebastián (4a) y Angélica Rosalía (6m), hijo de "Samuel y Mechita", trabajador de una empresa privada, estudiante de ingeniería, principiante en los blogs, y muchas cosas más que poco a poco iré contando en este espacio personal.
Debo reconocer que mi primer intento en el mundo de los "blogs" fracasó cuando perdí la contraseña con el que había creado mi espacio personal. Este nuevo intento espero que sea más duradero, me he cerciorado de no volver a perder mi contraseña.
Escogí para mi blog el nombre "El Rincón del Tavo" para recordar, y porqué no, rendir un pequeño tributo a una de las páginas más visitadas por los universitarios: "El Rincón del Vago". Soy hidalgo en reconocer que en más de una oportunidad recurrí a http://www.elrincondelvago.com/ para cumplir con presentar una monografía o buscar información para algún informe o trabajo de la universidad. El vivir en carne propia la experiencia de trabajar, tener familia y estudiar ingeniería en las noches es mi mejor medicina para aliviar la culpa de las veces que recurrí a la mundialmente famosa página web de, a juzgar de los "profes", los ociosos.
¿Porqué tener un blog? Porque es una buena forma de hacer saber a mis amigos, lo que va pasando á mi alrededor y mis opiniones sobre esto, sobre todo a aquellos a los que quiero y estimo, y que por la vorágine de la vida, no puedo ver ni compartir un café o una tertulia con ellos. Espero que este rincón sea un punto de encuentro con ellos, que si me buscan alguna vez en internet, por allí y me puedan encontrar. Esto de los blogs es una buena manera de salir del anonimato en la red.
En "El Rincon del Tavo" colgaré alguna anécdotas pasadas y actuales, mis opiniones sobre las noticias de actualidad, mis experiencias y andar en la vida cristiana, algunos resúmenes de mis lecturas, las cosas que pasan en casa, y hasta las cosas con las que me "gano" mientras conduzco en la vía pública. La idea es escribir de todo, y hacer de este espacio un compendio de las cosas pasadas y presentes.
Soy conciente que talvez todo esto a muchos les debe interesar poco, y es comprensible, mi día a día no es para nada espectacular. "Una vida normal" diría yo, pero llena de detalles y bendiciones recibidas. Gracias a Dios cuento con algunos pocos amigos que me quieren entrañablemente y se que soportando una vez mas mis excentricidades, echarán un vistazo a mis escritos. Gracias por leerme muchachos, si han llegado hasta esta línea: GRACIAS!!!!!
Bueno, les daré la oportunidad de colocar algun comentario sobre cada "posteo", lo cual no es sino, una excentricidad más: confiar en la capacidad de tolerancia y respeto de todas las personas.
Siéntanse en su casa en "El Rincón del Tavo".
Dios los guarde
Gustavo
Debo reconocer que mi primer intento en el mundo de los "blogs" fracasó cuando perdí la contraseña con el que había creado mi espacio personal. Este nuevo intento espero que sea más duradero, me he cerciorado de no volver a perder mi contraseña.
Escogí para mi blog el nombre "El Rincón del Tavo" para recordar, y porqué no, rendir un pequeño tributo a una de las páginas más visitadas por los universitarios: "El Rincón del Vago". Soy hidalgo en reconocer que en más de una oportunidad recurrí a http://www.elrincondelvago.com/ para cumplir con presentar una monografía o buscar información para algún informe o trabajo de la universidad. El vivir en carne propia la experiencia de trabajar, tener familia y estudiar ingeniería en las noches es mi mejor medicina para aliviar la culpa de las veces que recurrí a la mundialmente famosa página web de, a juzgar de los "profes", los ociosos.
¿Porqué tener un blog? Porque es una buena forma de hacer saber a mis amigos, lo que va pasando á mi alrededor y mis opiniones sobre esto, sobre todo a aquellos a los que quiero y estimo, y que por la vorágine de la vida, no puedo ver ni compartir un café o una tertulia con ellos. Espero que este rincón sea un punto de encuentro con ellos, que si me buscan alguna vez en internet, por allí y me puedan encontrar. Esto de los blogs es una buena manera de salir del anonimato en la red.
En "El Rincon del Tavo" colgaré alguna anécdotas pasadas y actuales, mis opiniones sobre las noticias de actualidad, mis experiencias y andar en la vida cristiana, algunos resúmenes de mis lecturas, las cosas que pasan en casa, y hasta las cosas con las que me "gano" mientras conduzco en la vía pública. La idea es escribir de todo, y hacer de este espacio un compendio de las cosas pasadas y presentes.
Soy conciente que talvez todo esto a muchos les debe interesar poco, y es comprensible, mi día a día no es para nada espectacular. "Una vida normal" diría yo, pero llena de detalles y bendiciones recibidas. Gracias a Dios cuento con algunos pocos amigos que me quieren entrañablemente y se que soportando una vez mas mis excentricidades, echarán un vistazo a mis escritos. Gracias por leerme muchachos, si han llegado hasta esta línea: GRACIAS!!!!!
Bueno, les daré la oportunidad de colocar algun comentario sobre cada "posteo", lo cual no es sino, una excentricidad más: confiar en la capacidad de tolerancia y respeto de todas las personas.
Siéntanse en su casa en "El Rincón del Tavo".
Dios los guarde
Gustavo
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