Hace dos domingos en la sección “Mi Hogar” del diario peruano El Comercio salió publicado un artículo del escritor brasileño Paulo Coelho en su columna “La Columna de Coelho”. El título es “PROMISCUIDAD ANIMAL”. Debo ser sincero en decir que no siempre termino de leer los artículos de Coelho, sobretodo cuando se inmiscuye mucho en el tema espiritual, y creo que es la imagen de excelente novelista que tengo de él lo que me impide entenderlo por ese tipo de artículos. Pero definitivamente un buen título capta el interés de cualquiera, y el título de ese artículo me capturó.
El artículo está basado en estudios científicos llevados a cabo por grandes investigadores sobre la monogamia en el reino de los animales. La conclusión del estudio arroja una sorprendente realidad: “En todo el reino animal se practica la infidelidad conyugal”.
Según el artículo, se creía que algunas especies como los cisnes eran totalmente fieles (¿será por eso que aparecen en muchos partes de matrimonio con sus cuellos formando corazones?), pero eso no es verdad. Estudios de ADN demostraron que los fieles cisnes también sucumben ante la tentación de la carne y caen en pasiones poligámicas. O sea se “adornan” entre ellos.
Conforme avanzaba el artículo me decepcionaba de la especie animal pues esperaba que cuando menos una especie fuera siempre fiel. Apareció una estadística que muestra que en monos, pájaros y otras especies en libertad las pruebas de ADN arrojan que entre un 10% y 70% de los descendientes fueron engendrados por un macho que no era el residente de ese grupo. O sea siempre había un “Gonzáles”.
“En el mundo infantil, la infancia. En el mundo adulto el adulterio” decía el siguiente párrafo que mencionaba una declaración del Dr. David Barash de la Universidad de Washington. No había forma, el artículo de excelente título fue condenado a no ser leído en su totalidad empujado por mi decepción del reino animal. Al final, por algo son animales. Pero mi terquedad me hizo pensar que debía haber una sorpresa y ¿qué creen? La hubo.
El artículo está basado en estudios científicos llevados a cabo por grandes investigadores sobre la monogamia en el reino de los animales. La conclusión del estudio arroja una sorprendente realidad: “En todo el reino animal se practica la infidelidad conyugal”.
Según el artículo, se creía que algunas especies como los cisnes eran totalmente fieles (¿será por eso que aparecen en muchos partes de matrimonio con sus cuellos formando corazones?), pero eso no es verdad. Estudios de ADN demostraron que los fieles cisnes también sucumben ante la tentación de la carne y caen en pasiones poligámicas. O sea se “adornan” entre ellos.
Conforme avanzaba el artículo me decepcionaba de la especie animal pues esperaba que cuando menos una especie fuera siempre fiel. Apareció una estadística que muestra que en monos, pájaros y otras especies en libertad las pruebas de ADN arrojan que entre un 10% y 70% de los descendientes fueron engendrados por un macho que no era el residente de ese grupo. O sea siempre había un “Gonzáles”.
“En el mundo infantil, la infancia. En el mundo adulto el adulterio” decía el siguiente párrafo que mencionaba una declaración del Dr. David Barash de la Universidad de Washington. No había forma, el artículo de excelente título fue condenado a no ser leído en su totalidad empujado por mi decepción del reino animal. Al final, por algo son animales. Pero mi terquedad me hizo pensar que debía haber una sorpresa y ¿qué creen? La hubo.
Existe una especie completamente monogámica. Es una ameba llamada Diplozoon Paradoxum. Lo sabía, era imposible que no haya aunque sea un solo caso de fidelidad absoluta en los animales. Pero lo sorprendente es lo que se dice de esta ameba, y ya que estoy luchando por no transcribir a Coelho exactamente, me rindo y aquí lo que dice literalmente el artículo:
“La Diplozzon Paradoxum (es una ameba) que se aloja en los organismos de ciertos peces. Barash lo explica así: “El macho y la hembra se encuentran cuando son jóvenes y sus cuerpos literalmente se funden en uno solo. Desde ese momento pasan a ser fieles para toda la vida hasta que la muerte los separe”. En este caso la muerte coincide con la del pez que los abriga”
El artículo continúa sobre otros casos de promiscuidad animal, pero quería escribir sobre esta ameba fiel. ¿Les digo la verdad? Un cosquilleo corrió por todo mi cuerpo cuando terminé de leer el párrafo que he trascrito. Y me emocionó porque definitivamente vino a mi mente el pasaje de la Biblia que dice: “Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán una sola carne” (Génesis 2:24).
¿No es eso lo que hace esta ameba? Se vuelven una sola carne y no hay nada ni nadie que los pueda separar mientras están en vida. Sólo la muerte. Y retumban mis oídos las palabras en las ceremonias de matrimonio que dicen: “Por tanto lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”.
Creo en la monogamia. Creo en el matrimonio, y lo relaciono con ese pez que abriga a esta ameba. Hembra y macho se separan cuando muere el pez. Esposo y esposa se separan cuando muere el matrimonio. Con la muerte. Ese es el plan de Dios. Pienso en mi querida Angélica y le doy gracias a Dios porque es una sola carne conmigo, y también porque en mis planes está vivir todo el resto de mi vida al lado suyo porque la amo y he fundido mi vida con la suya un 02 de junio de 2001. Si, hasta que la muerte nos separe. ¿Qué será difícil? Seguramente. En el mundo de hoy lo raro es ser monogámico, y el bacán es el que tiene más de una mujer o es un promiscuo. Ah y el tonto es el famoso “ratón de un solo hueco”. La presión social es fuerte y las tentaciones también. Todo está en confiar nuestras vidas a Dios y ponernos en sus manos para que nos guarde en este camino complicado llamado “Siglo XXI”.
Que Dios los bendiga.
“La Diplozzon Paradoxum (es una ameba) que se aloja en los organismos de ciertos peces. Barash lo explica así: “El macho y la hembra se encuentran cuando son jóvenes y sus cuerpos literalmente se funden en uno solo. Desde ese momento pasan a ser fieles para toda la vida hasta que la muerte los separe”. En este caso la muerte coincide con la del pez que los abriga”
El artículo continúa sobre otros casos de promiscuidad animal, pero quería escribir sobre esta ameba fiel. ¿Les digo la verdad? Un cosquilleo corrió por todo mi cuerpo cuando terminé de leer el párrafo que he trascrito. Y me emocionó porque definitivamente vino a mi mente el pasaje de la Biblia que dice: “Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán una sola carne” (Génesis 2:24).
¿No es eso lo que hace esta ameba? Se vuelven una sola carne y no hay nada ni nadie que los pueda separar mientras están en vida. Sólo la muerte. Y retumban mis oídos las palabras en las ceremonias de matrimonio que dicen: “Por tanto lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”.
Creo en la monogamia. Creo en el matrimonio, y lo relaciono con ese pez que abriga a esta ameba. Hembra y macho se separan cuando muere el pez. Esposo y esposa se separan cuando muere el matrimonio. Con la muerte. Ese es el plan de Dios. Pienso en mi querida Angélica y le doy gracias a Dios porque es una sola carne conmigo, y también porque en mis planes está vivir todo el resto de mi vida al lado suyo porque la amo y he fundido mi vida con la suya un 02 de junio de 2001. Si, hasta que la muerte nos separe. ¿Qué será difícil? Seguramente. En el mundo de hoy lo raro es ser monogámico, y el bacán es el que tiene más de una mujer o es un promiscuo. Ah y el tonto es el famoso “ratón de un solo hueco”. La presión social es fuerte y las tentaciones también. Todo está en confiar nuestras vidas a Dios y ponernos en sus manos para que nos guarde en este camino complicado llamado “Siglo XXI”.
Que Dios los bendiga.
Para leer el artículo completo de Paulo Coelho: Clic Aquí