jueves, 8 de octubre de 2009

Saúl y David: ¿Cuál fue la diferencia?


Saúl y David fueron reyes de Israel y sus historias tienen algo en común: Ambos cometieron pecados durante sus respectivos reinados; pecados que encendieron la ira Dios. Sin embargo encontramos también que aún cuando Dios decidió castigar a ambos, Saúl fue desechado del trono de Israel y David por el contrario mantuvo su reinado por un largo tiempo más. ¿Porqué Dios no desechó también al Rey David?¿Es acaso que Dios hace acepción de personas?¿Fue acaso Dios condescendiente con David por tener hacia él un amor diferente que el que tuvo por Saúl?¿Fue que Dios pasó por alto el pecado del Rey David? La misma Biblia se encarga de enseñarnos cuál fue la razón por la que Dios no actuó de la misma manera con Saúl.

Saúl pecó de desobediencia a una orden explícita de Dios, quien le había mandado a destruir a Amalec y todo lo que había en su tierra porque éste se opuso al pueblo de Israel cuando salía de la tierra de Egipto. Fue así que Saúl pelea contra el pueblo de Amalec, lo vence en batalla, pero obedeció a medias la orden que Dios le había dado: “Tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero a todo el pueblo mató a filo de espada. Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag y a los mejor de las ovejas y del ganado mayor… y no lo quisieron destruir…” (1 Sam. 15:8-9). Luego Dios dijo a Samuel:”Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mi, y no ha cumplido mis palabras”. Sin embargo Saúl creía que había hecho lo correcto, pues cuando Samuel lo confronta con su pecado Saúl trata de justificarlo, culpando al pueblo y diciendo que lo que habían tomado de Amalec era para ofrecer sacrificios a Dios. Samuel le dice que Saúl que Dios había decidido desecharlo “…para que no sea rey sobre Israel”. ¿Se quebrantó Saúl por esto? La respuesta es “No”. Lo que le reocupó a Saúl era su reputación, lo que iba a pensar el pueblo, los ancianos y militares de su pueblo. Por eso le dice a Samuel “te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel, y vuelvas conmigo para que adore a Jehová tu Dios” (1ª Sam.15:30). El prefirió la honra de los hombres antes que el arrepentimiento y el perdón de Dios, y por eso fue desechado por Dios.

David cometió un execrable pecado, creo que incluso peor que el que cometió Saúl (aunque para Dios no hay pecado grande o pequeño). David se enamoró de una mujer casada con uno de sus valientes guerreros llamado Urías. Mientras su ejército estaba en guerra, David paseaba por el terrado de su palacio y vio a Bestabé, esposa de Urías, bañándose en su casa (seguramente deseando ser vista por el rey) y la mandó a llamar, y cuando ésta vino a él ambos se hicieron adúlteros y mantuvieron una relación producto de la cual ella quedó embarazada. Al enterarse David manda a llamar a Urías y lo envía a su casa para que esté con Betsabé su mujer y hacerle creer que el hijo de ella sería suyo. Urías se negó a ir a su casa y estar con su mujer mientras su ejército estaba en guerra por lo que David ordena a Joab, jefe de su ejército, que ponga a Urías en el frente de batalla para que éste muera. Una vez muerto Urías, tomó como su mujer a Betsabé.

¿Cómo es entonces que Dios no desechó también a David? ¿No fue algo abominable lo que hizo David con Urías? ¿Por qué no hizo Dios lo mismo que hizo con Saúl? La razón es que David a diferencia de Saúl reconoció su pecado y se entristeció por esto: “Pequé contra Jehová” y se arrepintió sinceramente, por lo que Dios le dijo a través de Natán “…No morirás” (2ª Samuel 12:13). Igual recibe un castigo de parte de Dios pues el hijo que esperaba murió.

David expresó todo su arrepentimiento en el Salmo 51. Luego experimentó el perdón de Dios y la restauración para su vida. Dios le bendijo luego con un hijo a quien llamó Jedidías que significa “El amado de Dios”, a quien conocemos como Salomón que hizo obras aún mayores que la de su padre David. No por algo dice la Escritura que “cuando abundó el pecado, sobreabundó la gracia”. David escribiría que “Bienaventurado es el hombre a quien Dios perdona sus transgresiones y cubre sus pecados” (Salmo 32:1). Dios no desecha a nadie si existe un arrepentimiento genuino; seguramente el pecador será alcanzado por las consecuencias de sus pecados, pero Dios en su gran amor tiene perdón para su alma.

Encontré este video donde un buen amigo de mi familia y hermano en la fe, Agustín Vásquez Haro, narra el Salmo 51 de David. Que les sea de bendición.



viernes, 2 de octubre de 2009

Los Consejos de Papá y Mamá


Hay un proverbio bíblico que dice: “En la abundancia de consejos está la victoria” (Prov.11:14), y una de las razones por las que me siento una persona muy bendecida y afortunada es porque en mi vida Dios puso dos consejeros de excepción: Papá y Mamá.

Mi papá, a quien con los años he aprendido y me he acostumbrado a llamarlo “viejo” con el cariño y respeto correspondiente, tuvo la generosidad de atiborrarme de un sinnúmero de consejos a lo largo de mi vida. Justo conversaba hoy con él y le mencionaba algunos de sus consejos que más han marcado mi vida y me sorprendió que él no recuerda habérmelos dado, no se si por factura del paso de los años o porque fueron tantos los consejos que me dio que se le hace imposible recordarlos todos.

Mi viejo me ha dado muchos consejos que hasta hoy hacen las veces de una hoja de ruta para mi, y también algunos otros que no seguí gracias a los consejos de mi mamá, a quien ni los años ni la costumbre me permiten llamarla "vieja"; y no los seguí porque los consejos de mi viejo siempre han sido vivenciales. El siempre recurre a una frase cuando va a hablar de las cosas que ha aprendido de sus vivencias: “Como dice el sabio filósofo Malandro…” y se lanza con su filosofía por que el popular Malandro es él. Aún con esto, los consejos de papá son emblemas que llevo escritos con tinta indeleble de mi corazón. El es para mí una fuente inacabable de experiencias, es un hombre de mundo, de esquina, un callejero que probó mucho mundo, lo digirió todo y supo decirme de qué se trata este juego de la vida. Hoy, en una conversación telefónica muy larga le agradecí por todos los consejos que me ha dado y que hasta ahora me da, por los buenos consejos y también por los otros, y le hice saber que su vida y sus palabras han sido una muestra del amor de Dios para conmigo.

En la misma vereda está mi mamá, mi Mechita. Ella es una cristiana a carta cabal, una mujer que cuando no esté más a mi lado (para lo cual no estoy preparado aún) va a ser para mí, si no lo es ya, la mejor referencia de cómo se vive el cristianismo. Si de consejos se trata, no hay filósofo Malandro ni filosofía humana que valga: para mi mamá la única y principal fuente de consejos y de sabiduría es la Biblia e hizo de este libro su mejor guía para ser una buena mamá. Cuando fui más joven, sus consejos muchas veces me hicieron renegar de ella y preguntarme “¿porque tiene que ser tan pegada a la Biblia?”, o “¿habrá alguna vez deje la Biblia a un lado para aconsejarnos? Hoy a mis 35 años, esposo y padre de dos hijos, le doy gracias a Dios porque no lo hizo, porque siempre tuvo la Biblia al lado y se encargó de grabar preceptos y principios bíblicos en mi corazón que ahora son parte de una forma de vida para mí. No es una “cucufata” ni una mujer religiosa, es una mujer a quien la vida le demostró que no hay mejor manera de vivir que de la mano de Dios, y yo como testigo presencial de esto tengo la misma convicción.

Algún día me encantaría tener una conversación con mi hijo Sebastián como la que hoy tuve con mi papá. Dios quiera que algún día llegue a ser una referencia para mi hija Angélica Rosalía de cómo se debe vivir el cristianismo tal como ha hecho mamá conmigo. Pero en verdad me falta mucho, muchísimo para alcanzar esto. Replicar en la vida de mis hijos lo que mis padres han hecho conmigo es una valla que mis padres han puesto muy alta para mí, pero le doy gracias a Dios que además de la Biblia me ha dado herramientas adicionales para superarla: Los consejos de papá y mamá.