Saúl y David fueron reyes de Israel y sus historias tienen algo en común: Ambos cometieron pecados durante sus respectivos reinados; pecados que encendieron la ira Dios. Sin embargo encontramos también que aún cuando Dios decidió castigar a ambos, Saúl fue desechado del trono de Israel y David por el contrario mantuvo su reinado por un largo tiempo más. ¿Porqué Dios no desechó también al Rey David?¿Es acaso que Dios hace acepción de personas?¿Fue acaso Dios condescendiente con David por tener hacia él un amor diferente que el que tuvo por Saúl?¿Fue que Dios pasó por alto el pecado del Rey David? La misma Biblia se encarga de enseñarnos cuál fue la razón por la que Dios no actuó de la misma manera con Saúl.
Saúl pecó de desobediencia a una orden explícita de Dios, quien le había mandado a destruir a Amalec y todo lo que había en su tierra porque éste se opuso al pueblo de Israel cuando salía de la tierra de Egipto. Fue así que Saúl pelea contra el pueblo de Amalec, lo vence en batalla, pero obedeció a medias la orden que Dios le había dado: “Tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero a todo el pueblo mató a filo de espada. Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag y a los mejor de las ovejas y del ganado mayor… y no lo quisieron destruir…” (1 Sam. 15:8-9). Luego Dios dijo a Samuel:”Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mi, y no ha cumplido mis palabras”. Sin embargo Saúl creía que había hecho lo correcto, pues cuando Samuel lo confronta con su pecado Saúl trata de justificarlo, culpando al pueblo y diciendo que lo que habían tomado de Amalec era para ofrecer sacrificios a Dios. Samuel le dice que Saúl que Dios había decidido desecharlo “…para que no sea rey sobre Israel”. ¿Se quebrantó Saúl por esto? La respuesta es “No”. Lo que le reocupó a Saúl era su reputación, lo que iba a pensar el pueblo, los ancianos y militares de su pueblo. Por eso le dice a Samuel “te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel, y vuelvas conmigo para que adore a Jehová tu Dios” (1ª Sam.15:30). El prefirió la honra de los hombres antes que el arrepentimiento y el perdón de Dios, y por eso fue desechado por Dios.
David cometió un execrable pecado, creo que incluso peor que el que cometió Saúl (aunque para Dios no hay pecado grande o pequeño). David se enamoró de una mujer casada con uno de sus valientes guerreros llamado Urías. Mientras su ejército estaba en guerra, David paseaba por el terrado de su palacio y vio a Bestabé, esposa de Urías, bañándose en su casa (seguramente deseando ser vista por el rey) y la mandó a llamar, y cuando ésta vino a él ambos se hicieron adúlteros y mantuvieron una relación producto de la cual ella quedó embarazada. Al enterarse David manda a llamar a Urías y lo envía a su casa para que esté con Betsabé su mujer y hacerle creer que el hijo de ella sería suyo. Urías se negó a ir a su casa y estar con su mujer mientras su ejército estaba en guerra por lo que David ordena a Joab, jefe de su ejército, que ponga a Urías en el frente de batalla para que éste muera. Una vez muerto Urías, tomó como su mujer a Betsabé.
¿Cómo es entonces que Dios no desechó también a David? ¿No fue algo abominable lo que hizo David con Urías? ¿Por qué no hizo Dios lo mismo que hizo con Saúl? La razón es que David a diferencia de Saúl reconoció su pecado y se entristeció por esto: “Pequé contra Jehová” y se arrepintió sinceramente, por lo que Dios le dijo a través de Natán “…No morirás” (2ª Samuel 12:13). Igual recibe un castigo de parte de Dios pues el hijo que esperaba murió.
David expresó todo su arrepentimiento en el Salmo 51. Luego experimentó el perdón de Dios y la restauración para su vida. Dios le bendijo luego con un hijo a quien llamó Jedidías que significa “El amado de Dios”, a quien conocemos como Salomón que hizo obras aún mayores que la de su padre David. No por algo dice la Escritura que “cuando abundó el pecado, sobreabundó la gracia”. David escribiría que “Bienaventurado es el hombre a quien Dios perdona sus transgresiones y cubre sus pecados” (Salmo 32:1). Dios no desecha a nadie si existe un arrepentimiento genuino; seguramente el pecador será alcanzado por las consecuencias de sus pecados, pero Dios en su gran amor tiene perdón para su alma.
Encontré este video donde un buen amigo de mi familia y hermano en la fe, Agustín Vásquez Haro, narra el Salmo 51 de David. Que les sea de bendición.
Saúl pecó de desobediencia a una orden explícita de Dios, quien le había mandado a destruir a Amalec y todo lo que había en su tierra porque éste se opuso al pueblo de Israel cuando salía de la tierra de Egipto. Fue así que Saúl pelea contra el pueblo de Amalec, lo vence en batalla, pero obedeció a medias la orden que Dios le había dado: “Tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero a todo el pueblo mató a filo de espada. Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag y a los mejor de las ovejas y del ganado mayor… y no lo quisieron destruir…” (1 Sam. 15:8-9). Luego Dios dijo a Samuel:”Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mi, y no ha cumplido mis palabras”. Sin embargo Saúl creía que había hecho lo correcto, pues cuando Samuel lo confronta con su pecado Saúl trata de justificarlo, culpando al pueblo y diciendo que lo que habían tomado de Amalec era para ofrecer sacrificios a Dios. Samuel le dice que Saúl que Dios había decidido desecharlo “…para que no sea rey sobre Israel”. ¿Se quebrantó Saúl por esto? La respuesta es “No”. Lo que le reocupó a Saúl era su reputación, lo que iba a pensar el pueblo, los ancianos y militares de su pueblo. Por eso le dice a Samuel “te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel, y vuelvas conmigo para que adore a Jehová tu Dios” (1ª Sam.15:30). El prefirió la honra de los hombres antes que el arrepentimiento y el perdón de Dios, y por eso fue desechado por Dios.
David cometió un execrable pecado, creo que incluso peor que el que cometió Saúl (aunque para Dios no hay pecado grande o pequeño). David se enamoró de una mujer casada con uno de sus valientes guerreros llamado Urías. Mientras su ejército estaba en guerra, David paseaba por el terrado de su palacio y vio a Bestabé, esposa de Urías, bañándose en su casa (seguramente deseando ser vista por el rey) y la mandó a llamar, y cuando ésta vino a él ambos se hicieron adúlteros y mantuvieron una relación producto de la cual ella quedó embarazada. Al enterarse David manda a llamar a Urías y lo envía a su casa para que esté con Betsabé su mujer y hacerle creer que el hijo de ella sería suyo. Urías se negó a ir a su casa y estar con su mujer mientras su ejército estaba en guerra por lo que David ordena a Joab, jefe de su ejército, que ponga a Urías en el frente de batalla para que éste muera. Una vez muerto Urías, tomó como su mujer a Betsabé.
¿Cómo es entonces que Dios no desechó también a David? ¿No fue algo abominable lo que hizo David con Urías? ¿Por qué no hizo Dios lo mismo que hizo con Saúl? La razón es que David a diferencia de Saúl reconoció su pecado y se entristeció por esto: “Pequé contra Jehová” y se arrepintió sinceramente, por lo que Dios le dijo a través de Natán “…No morirás” (2ª Samuel 12:13). Igual recibe un castigo de parte de Dios pues el hijo que esperaba murió.
David expresó todo su arrepentimiento en el Salmo 51. Luego experimentó el perdón de Dios y la restauración para su vida. Dios le bendijo luego con un hijo a quien llamó Jedidías que significa “El amado de Dios”, a quien conocemos como Salomón que hizo obras aún mayores que la de su padre David. No por algo dice la Escritura que “cuando abundó el pecado, sobreabundó la gracia”. David escribiría que “Bienaventurado es el hombre a quien Dios perdona sus transgresiones y cubre sus pecados” (Salmo 32:1). Dios no desecha a nadie si existe un arrepentimiento genuino; seguramente el pecador será alcanzado por las consecuencias de sus pecados, pero Dios en su gran amor tiene perdón para su alma.
Encontré este video donde un buen amigo de mi familia y hermano en la fe, Agustín Vásquez Haro, narra el Salmo 51 de David. Que les sea de bendición.