Les comparto un interesante artículo publicado en el diario Gestión en su sección de Marketing Personal. Seguramente será de mucha utilidad para ustedes.
Romper con los malos hábitos
Cuanta más experiencia de la posición y de la organización a la que pertenece, mas se desarrollan una serie de malos hábitos, refiere Juan Pablo Gajate, socio de Tawa.
A continuación describo algunos (los más frecuentes) y comunes y cómo corregirlos:
No planificar o planificar poco: ¿Usted dedica la primera hora del día a pensar qué debería hacer hoy y cómo enfrentar el trabajo por hacer? Pues evitar esta práctica común, lo mejor es tomarnos unos minutos antes de cerrar el día y planificar qué va a hacer al día siguiente. Créame, revisar lo pendiente y listar las tareas que priorizará no debe tomarle más de diez minutos.
Ser un contestador inmediato: Contestar todo correo electrónico inmediatamente lo recibe no demuestra interés. Muy por el contrario, lo hace ver como poco productivo, inoperante y genera cuestionamientos sobre si en efecto tiene algo más que hacer.
Anteponiendo lo personal a lo laboral: Todos tenemos emergencias, accidentes y temas personales ocasionalmente. Sin embargo, deja mucho que desear y genera una pésima imagen que uno desaparezca toda la tarde porque programó un chequeo médico de rutina o porque su hijo tiene un resfriado. Usted llegue media hora antes toda las mañanas.
No ser puntual a una reunión: No existe peor sensación que sentir que su tiempo no vale. Esa es exactamente la percepción de esperar a alguien que llega tarde, aunque sea cinco minutos, a una reunión. Ello retrasa no solo su inicio, sino también su término y genera que las agendas de los participantes se alteren para el resto del día.
Uno apropiado del humor: El llamado “doble sentido”, tan común en nuestros centros de trabajo, muchas veces, no es bien percibido como tampoco lo es discutir temas políticos, religiosos o excesivamente controversiales. No se trata sólo de confianza, el buen humor es mejor mientras más respetuoso y menos invasivo es.
La presencia personal: Nadie pretende que uno sea un “ícono de la moda” o un “fashionista”. Sin embargo, no existe justificación alguna para estar despeinado, arrugado, sudoroso o desarreglado. Créame que no es un tema de recursos económicos, es un tema de proyectar una adecuada imagen y esto no requiere de corbatas costosas, perfumes franceses o zapatos de marca.
Tomado del diario Gestión de Lima - Perú
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