martes, 6 de enero de 2009

Adiós al "Marqués de Moyobamba"


Fue el tipo de persona con la cualquier mortal quisiera toparse alguna vez en la vida. Era el compendio de todas las virtudes de un hombre bueno dentro de un solo cuerpo. Era el tipo al que con solo verlo daban ganas de quererlo y adoptarlo como un ser querido. Era una de esas personas que por naturaleza tenía una mano abierta para aquel que pudiera necesitar aunque sea un simple saludo. Era en resumidas cuentas un buen tipo. Un tipazo. Don Roberto Benjamín Meneses Villagra me dio el placer de jactarme de haber conocido a alguien así.

Lo conocí en el mes de junio del año 2001. Apenas había llegado junto a Angélica a la lejana Moyobamba, la Ciudad de las Orquídeas, luego de haber disfrutado mi luna de miel y cargando sobre mí la chapa de recién casado. Yo iba por razones de trabajo y Angélica me acompañaba, para garantizar como toda buena esposa, que existan las mejores condiciones y comodidades para su flamante esposo.

La casa en la que nos tocó estar era de propiedad de Don Roberto. A media cuadra de la Plaza de Armas y frente a un hostal que para mí es una pequeña sucursal del cielo: el antiguo y ecológico “Country Club”, que también era de propiedad y residencia de Don Roberto.

Si hay algo de lo que puedo agradecer a Dios es por las personas que siempre ha puesto en mi camino las veces que tuve que vivir fuera de Lima por razones de trabajo. Soy un convencido que Dios puso a Don Roberto y a su hermosa familia muy cerca de mi para hacerme saber que aún lejos de mi familia y amigos el tiene el cuidado de mi existir, y me bendijo poniéndome cerca de Don Roberto Meneses, quien a lo largo de los meses que permanecí en Moyobamba junto con Angélica se comportó con nosotros como un padre, un amigo, y como un ángel guardián pendiente de cada detalle a nuestro alrededor (lo mismo debo decir de su amada esposa María y de sus hijas Milagros y Patty).

Desde aquel 2001, todas la veces que nos comunicamos con el por la vía telefónica al saludarlo le decía: “¿Don Roberto Meneses Villagra Marqués de Moyobamba?”, a lo que mi buen amigo respondía: “El mismo que viste y calza, que paga la casa pero duerme en la calle”. ¿Qué no daría para repetir una vez más ese diálogo? O que no daría por retroceder el tiempo y atender sólo una de sus muchas invitaciones a vacacionar en Moyobamba junto a mis hijos. ¡Cuánto le hubiera alegrado a Don Roberto que lo visite con Sebas y Angélica Rosalía!

Hoy, avergonzado, tengo que escribir esas líneas luego de haber asistido a los funerales del gran Roberto Benjamín Meneses Villagra, el Marqués de Moyobamba. Un derrame cerebral se llevó a Don Roberto sin causarle sufrimiento alguno, como corresponde morir a los hombres que en su vida sólo supieron hacer el bien a los que lo rodeaban. Un derrame cerebral acabó con su vida, pero debe resignarse a no poder con el recuerdo y el cariño que sembró en nuestras vidas.

Queda el mejor de los recuerdos. El placer y la bendición de haber conocido a una persona como Don Roberto Meneses, un caballero y amigo en toda la extensión de la palabra.

La Plaza de Armas de Moyobamba hoy luce la bandera de la ciudad a media asta, en honor al creador de la letra y música del himno de la ciudad, al distinguido hijo ilustre de la ciudad: Don Roberto Benjamín Meneses Villagra.
Descansa en paz querido amigo.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas Gracias a nombre de toda tu familia...Tu presencia nos ayudo a reconfortarnos en estos momentos muy dificiles...
Milagros

Anónimo dijo...

Mi estimnado Gustavo,
Un sincero agradecimiento a tu persona, por la tan meritoria nota que hiciste sobre las virtudes de don Roberto Meneses, mi querido cuñado que se acaba de ir. Lo cual alienta a la familia en estas circunstancias. Y si puede hacer otra remembranza mas, le reitero mi agradecimiento.
Un abrzo,
César Augusto

Anónimo dijo...

Hola Gustavo...
Acabo de leer tu reflexiön sobre "EL MARQUES DE MOYOBAMBA"...ese señor de Señores que fué mi padre Don ROBERTO MENESES VILLAGRA ... y lo escribo así...con mayúsculas por que en verdad fué grande entre los grandes, como padre talvéz sólo en el cielo tendrá rivales...desde que mis hermanas Mónica y Stella vimos la luz entendimos su grandeza, viviendo en Puno, Arequipa, Ica...en todo lugar que el pisó con nosotros florecía el verde de los campos y ese aroma de pisco, esa guitarra soñadora que siempre nos acompaño nos dio la melodía de amor que señalo nuestro camino en esta vida.
Ahora sólo me queda decirle desde aqui...GRACIAS POR SER MI PADRE, GRACIAS POR traernos a este mundo
Y a ti Gustavo...GRACIAS POR ESE CARIÑO HACIA EL...
ROBERTO MENESES WILSON.

Anónimo dijo...

tuve la suerte de conocer al sr marques aunque no tuve la oportunidad de tratarlo pero se le veia muy buena persona lamento mucho su partida.patricia

Anónimo dijo...

Hola Gustavo,
Yo también comparto ese cariño hacia Don Roberto. Mario y yo vivimos 9 meses en Moyobamba durante el 2005 y nos recibió en el Country Club con las puertas abiertas; y sin apenas conocernos, nos trató como de la casa. Suerte de aquellos que tuvimos la oportunidad de conocerlo. Karen Burgos

Mercedes de Rodriguez dijo...

Aunque no tuve el honor de conocerlo, siempre estuve agradecida porque fue como un angel del Señor que te acogió como un familiar en ese lugar lejano de nosotros, y lo conocí a traves de todo el cariño especial con el que hablabas de él y su familia. Que Dios los bendiga.

Anónimo dijo...

Amigo muy bonita tus palabras para mi gran amigo Robeto Meneses, pero hay un pequeño errorcito, la esposa se llama Aida Wilson Bedoya, las cosas como deben ser.

Anónimo dijo...

Esposa no es con la que tienes un papel firmado.
Ser esposa, es todo un reto, y es todo un compromiso, pero también, puede ser todo un honor, si la mujer sabe usar su papel de esposa, para darse valor a si misma, darle valor a su esposo, darle valor a sus hijos, y darle valor a su hogar.

La Esposa, es mas que una ama de casa, que solo debe lavar, planchar, cocinar, barrer, limpiar y realizar todos los deberes domésticos; la esposa, es y debería ser siempre, una dulce compañía, tanto para su esposo como para sus hijos.