lunes, 25 de febrero de 2008

DON TOMAS Y LA SEÑORA ESPERANZA

La semana que termina trajo consigo una noticia que me causó mucha impresión. El ya mítico actor Paul Newman y su esposa, la no menos famosa actriz Joan Woodward (ambos ganadores del oscar) cumplieron cincuenta años de casados. Me impresionó la noticia toda vez que no es habitual en el mundo de las luces y el espectáculo, que dos personas tan famosas duren tanto tiempo unidos en matrimonio.

Hasta hace pocos años los matrimonios más “sólidos y mediáticos” en Hollywood eran los de Tom Cruise y Nicole Kidman, Brad Pitt y Jennifer Aniston, Bruce Willis y Demi Moore. Todos ellos ya con nuevas parejas: Cruise con Kathy Holmes, Kidman con Keith Urbain, Pitt con Angelina Jolie, Willis recientemente encontrado con una modelo de Victoria Secret, y Demi Moore con su esposo de ya algunos años Ashton Kutcher.

La bella Rene Zellweger (El diario de Brigitte Jones) se divorció cuatro meses después de casarse, según la pareja, por diferencias de ideas. Jennifer Lopez, actual esposa de Marc Anthony estuvo casada solamente nueve meses con su segundo marido. No le fue tan “bien” como con el primero, con el que duró doce meses. Nicolas Cage (uno de mis actores favoritos) y Lisa María Presley se divorciaron luego de tres meses concluyendo que fue un error garrafal haberse casado. Pero todos los récords fueron batidos por la impredecible Britney Spears quien se divorció 55 HORAS después de contraer nupcias con un amigo de infancia.

Entonces, ¿Impresiona o no leer una noticia como la de Newman y su inseparable Woodward? Yo creo que si, que relaciones como éstas desagravian la institución llamada Matrimonio. Yo creo en el matrimonio y en el amor duradero, pues soy un convencido que Dios lo instituyó y porque encontró que no es bueno que el hombre esté solo y por tanto creo una ayuda idónea para cada uno.

Bueno, a lo que iba. Cuando leí la noticia de las bodas de oro de Paul Newman, no pude evitar que venga a mi mente el recuerdo de unos entrañables vecinos: Don Tomás y la Señora Esperanza. Yo recuerdo la celebración de sus bodas de diamante (75 años de casados) realizada pocos años antes del fallecimiento de ambos. Ellos también vivían en Atahualpa 425, pero en el duplex del lado derecho (nuestras puertas estaban frente a frente divididas por una vieja escalera de madera).

Recuerdo a Don Tomás como a un entrañable amigo. La verdad se lo veía poco, era un señor baja estatura, siempre lo conocí con la cabeza calva y el alma alegre. Era callado, muy amable y hablaba poco. Nunca dejó de contestarme el saludo, y nunca dejó de acompañar su saludo con una ligera sonrisa. El era un maestro panadero, retirado de su oficio durante varios años, pero que a veces era requerido por el panadero de la esquina, el chino Nori, para que reemplace al enfermizo o talvez guarapero panadero titular que de vez en cuando ponía en apuros su negocio. Cuando yo sabía que Don Tomás había hecho el pan, sentía el pan más rico, talvez por el cariño que le tenía. Ese cariño se empezó a hacer más manifiesto cuando empecé a viajar y cuando Don Tomás empezó a hacerse más viejo. Nuestros encuentros casuales eran cada vez menos frecuentes, de allí que eran también más efusivos. Nos abrazábamos como viejos amigos que éramos. Don Tomás ya no saludaba al niño gordito que lo saludaba siempre, ni yo saludaba al vecino anciano de paso raudo: Nos saludábamos dos amigos de antaño. El me vio crecer y yo lo ví envejecer.

-¿Cómo está mi querido amigo? Por usted no pasan los años. Ya quisiera yo tener su fuerza.
-Gracias, gracias. ¿Cómo estás muchacho?
- Aquí pues Don Tomás, de vuelta al barrio.
- Se te extraña hijo, se te extraña.

Yo lo extraño. Don Tomás un día caminando por la calle sufrió una caída. No tenía mal alguno hasta ese día. Se le veía el anciano sano y de paso raudo que siempre fue. Pero esa caída fue el principio de un corto fin. Recuerdo haber ido a buscar una ambulancia de la compañía de bomberos de la calle Puno en el Callao, con su hija Chabela. Era una emergencia. Don Tomás estaba mal, muy mal. Recuerdo haber ayudado a los bomberos a bajarlo cargado por la vieja escalera de Atahualpa 425, sabiendo que era la despedida de mi viejo amigo, que era la ultima vez que tocaba su arrugado cuerpo de roble. El ya no tenía tiempo para una sonrisa, ni para un adiós, pero yo si. Y acompañado por un motor acelerado y una ruidosa sirena se fue mi amigo Tomás. Fue el adiós.

Su esposa Esperanza quedó sola y como todos suponíamos, después de 75 años al lado de Don Tomás, sufrió mucho la ausencia de su amado esposo. La recuerdo como una señora que nunca salía a la calle con ropa de diario. Ella iba al mercado en vestido y zapatos de calle. Tenía una perita llamada Popy, que era una bullera, siempre nos ladraba pero nunca nos mordió. Cuando la Señora Esperanza estaba a una cuadra de su casa al regreso de sus compras en el mercado, cargando sus flores, Don Tomás abría la puerta y Popy salía disparada llevando en el hocico las chancletas de la Señora Esperanza. Ambas eran adoración la una de la otra. Murió Popy y tuvo otra perrita llamada Bartola, que para hacer honor al nombre era una experta cantante, era divertidísimo escucharla cantar a la simple indicación de la Señora Esperanza. Recuerdo haberle traído un par de cuyes de uno de mis viajes a la sierra, me habían dicho que a ella le encantaban, y recuerdo el cariño con el que me invitó una porción del potaje preparado. No me decía Bicho (que era mi apodo en el barrio), ella siempre me decía “Bichito”. Así, con cariño.

Fui testigo que ellos vivieron esa frase que infinitamente se repite, y no tantas se cumple: Marido y Mujer hasta que la muerte los separe. La muerte los separó y supongo que también los unió, pues poco tiempo después la Señora Esperanza le dio el alcance a Don Tomás.

No recuerdo una riña de vecinos con mis padres. Nunca un entredicho, nunca un insulto ni una mala cara. Dios nos bendijo con dos bellos vecinos. A ambos los recuerdo con el mayor cariño. Recordarlos me trae miles de recuerdos y la nostalgia de ya no poder abrazar a Don Tomás ni engreir a la Señora Esperanza.

75 años de casados y unos pocos mas. Toda una vida. Todo un reto. Ojalá Angélica y yo igualemos a Newman y Woodward con sus 50 años de casados. Es una anhelo de mi alma ver envejecer a mi amada y ver a mis nietos y bisnietos. Se que no alcanzaré el récord de Don Tomas y la Señora Esperanza (tendría que vivir 102 años), pero si me gustaría la unidad que ellos tuvieron, toda una vida junta, una vejez digna de un caballero y una dama como ellos siempre lo fueron.

Desde esta humilde tribuna, rindo un tributo a Don Tomás Zárate y a su amada esposa Doña Esperanza Bustamante de Zárate por permitirnos creer en el matrimonio y en el amor para toda la vida. Gracias queridos y entrañables amigos… de toda la vida.
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Publicado originalmente el 04.02.2008 en http://elrincondeltavo.blog.terra.com.pe

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Patricia Relayze dijo:

LOS RECUERDO CON CARIÑO YA QUE LA SEÑORA ESPERANZA ERA UNA BUENA MUJER. RECUERDO QUE CUANDO NO SABIA QUE ADEREZOS LLEVABA ALGUNAS COMIDAS YO LE TOCABA LA PUERTA PARA PREGUNTARLE ,Y MUY ATENTA ME EXPLICABA. SU ESPOSO ERA UN HOMBRE MUY RESPETUOSO Y ME IMPRESIONABA LA RAPIDEZ CON LA QUE CAMINABA YA QUE ERA UN HOMBRE ANCIANO..YO TMBN ANHELO LLEGAR A ESTAR JUNTO CON MI ESPOSO HASTA EL FINAL DE NUESTROS DIAS.

Anónimo dijo...

Gustavo Conteras dijo:

Mi amigo, en este ritmo alocado del día a día, me dí un tiempo para el Rincóndeltavo, y me dí con una sorpresa, con una grata sorpresa. De un sólo palmo, y de cabo a rabo, disfruté leyendo cada anécdota y cada detalle. Espero toparme con más de esto

Anónimo dijo...

Leslie Rodriguez dijo:

Qué emoción leer tu artículo, yo tambien los recuerdo con mucho cariño y nostalgia. Fueron más que simples vecinos para nosotros y creo que para todo el barrio

Anónimo dijo...

sabes bicho este es el cuarto articulo que leo y me sigues sorprendiendo con todo lo que escribes, esta pareja era muy querida en el barrio , los abuelos de koky, la senora muy amable y don tomas un caballero y de hecho muy buen panadero, ahora que lei eso de la panaderia de nori que sera de la vida de victor no? te acuerdas de el, era el motor de la panaderia te despachaba el pan y tambien los embutidos un pulpo el hombre... jajaja

chichi

p.s. mi email es chikagiud@verizon.net