martes, 8 de julio de 2008

¡No te vayas Chavo!


Lo veo allí sentado frente a sus entrevistadores, hecho todo un ancianito y no dejo de ver al Chavo del Ocho. Lo veo y siento que lo quiero mucho, que es aquel niñito que me hacía reír cuando era yo también un niño, pero que el paso del tiempo lo convirtió en un viejito. No se que tiene este hombre de metro sesenta que refleja tanta paz, tiene un no se qué que lo hace diferente a otras personas.

No puedo evitar pensar que es el Chavo pero ya viejito; que aquel niñito ingenuo, torpe e inocente se hizo anciano en menos tiempo que lo que normalmente le toma a una persona. Su mirada tierna, su voz que derrama una tranquilidad única, sus respuestas graciosas e ingenuas no hacen más que traer a mi mente aquellos años hermosos en los que el Chavo del Ocho fue el pequeño amigo que me hacía feliz cada tarde frente a nuestro viejo televisor en blanco y negro. Recuerdo muchísimas tardes junto a mis hermanos Leslie y Miguel siendo felices en nuestro cálido piso de madera de Atahualpa 425 ante cada ocurrencia e ingenuidad de aquel pequeño de pantalones cortos y polo sucio a rayas. ¿Porqué lo queríamos tanto? ¿Qué tenía ese niño que se hacía querer tanto?.

Recuerdo haber llorado cuando decidió irse de la vecindad porque todos lo acusaban de ser un ladrón. ¡Qué cólera! ¡Qué impotencia! No podía hacer nada por el pequeño Chavo del Ocho. Recuerdo haber llorado pero de felicidad cuando el Señor Barriga le dijo que lo llevaba a Acapulco después que todos ya se habían ido. Su alegría era mi alegría. Ver su carita de felicidad porque también iría al viaje me hacía muy feliz. Recuerdo la rabia que sentía cuando el cachetes de marrana flaca sacaba sus juguetes nuevos y provocaba la envidia del pobre Chavito. Me alegraba tanto cuando le daba sus trompadas al cachetón ese.

Recuerdo haber soñado cuando yo era niño, que entraba a su barril y había un túnel en el que podíamos jugar. Yo creía que dentro de ese viejo barril el pobre Chavo del Ocho tenía sus juguetes y una cama donde dormía. Creía también que el Chavo del Ocho tenía varias mudas de ropa pero que todas eran iguales, ¿sería porque no quería creer que era tan pobre y sufrido? ¿Cómo era posible que un pequeño tan bueno pudiera sufrir tanto? Cada vez que veía sonreír al Chavo del Ocho, literalmente yo estaba feliz.

Hoy ya no es un niñito. Ya se hizo viejito y vino al Perú a despedirse de todos los niños ahora grandes, padres de familia, jóvenes, adolescentes y hasta niños que fuimos alguna vez felices con todas sus ocurrencias. Por eso es que al verlo allí sentado, con el rostro arrugado, con su espíritu humilde de siempre, no puedo evitar un sentimiento especial hacia él, literalmente siento que lo quiero. ¡Que extraño! ¿no?. Dan ganas de acercarse y darle un abrazo, un beso, decirle que se le quiere. No se que tiene el Chavo del Ocho, que aún viejito hace que despierten tan bellos sentimientos hacia el.

Hay escenas memorables del Chavo del Ocho. ¿Cómo olvidarse de “Vuelve el perro arrepentido, con su mirada tan tierna, con el hocico partido, con rabo entre las piernas”? Ver al Chavo del Ocho recitar el Perro Arrepentido en la fiesta de la buena vecindad era realmente divertido; como era divertido ver al Chavito vendiendo sus aguas frescas con agua de lluvia (tenía de Jamaica, limón y tamarindo). Disfrutaba cuando el Chavo del Ocho aprendía a “guitar la tocarra” con Ron Damón. Me reía sin parar cuando se quedó a dormir en la casa de Quico y haciéndose el sonámbulo se terminaba llevando la bolsa de pan. Talvez la escena que mas me hizo reír fue cuando gritó “Otro gato” en casa de la Bruja del 71.¡Qué feliz me hizo el Chavo del Ocho! Por eso lo quiero, por eso verlo viejito me hace feliz. Saber que está vivo, que no ha muerto, que aún de viejo hace reír a multitudes. Ojalá nunca se muera el Chavo del Ocho.

Hoy a mis 34 años me confieso hincha a muerte del Chavo del Ocho. Recuerdo que allá por el año 98 se me dio por decir una frase cada vez que podía: “El Chavo, el Chorri, y El Chino son lo máximo”. Y es que siempre quise al Chavo del Ocho.

¿Cómo es que teniendo más de 30 años en nuestra pantalla de televisión al Chavo del Ocho, los cómicos nacionales no se dan cuenta que no hace falta la vulgaridad, el travestismo, el racismo, y lo chabacano para hacer reír? Me he preguntado varias veces lo mismo y me arriesgo a dar una respuesta: Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, es un genio. Tiene una mente brillante. En verdad, haber creado un producto que ha tenido tanto éxito y que ha permanecido tantos años como el preferido de millones de personas, es la mejor prueba de que Chespirito es un genio. Y como genio que es, es admirado, y yo soy un gran admirador de Chespirito.
No creo que vaya a verlo a su obra 11 y 12. Se que las entradas están agotadas, pero el haber vuelto a sentir tan cerca al Chavo del Ocho, aunque viejito, me ha dado mucha alegría. Me quedo con una frase en la entrevista que dio a Cuarto Poder; su entrevistadora le preguntó sobre cómo le gustaría ser recordado y respondió: “Eso no me interesa”. Le insistieron por una respuesta y dijo: “Como un buen hombre”. Yo siempre lo recordaré así: Como un buen hombre y como un eterno niño.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Bebito, recuerdas cuando vimos la entrevista de Cuarto Poder, en verdad coincido que Roberto Gomez Bolaño es un genio del humor sano, que gratos momentos al recordar cada resumen que pasaban del Chavo o del Chapulín. Ojalá podamos ir a ver 11 y 12, si todavía hay entradas.

Gustavo Rodriguez dijo...

Gracias por comentar, mi amor.
Ojalá se pueda.

TACTEC

emulation dijo...

¿Y llegaron a ir?
Yo si tuve la suerte de ir a 1era fila :) estuvo buenisimo. :D

Anónimo dijo...

No puedo creer que alguien haya regado el rumor que ha muerto mi chavito bello..... me puse muy mal cuando lo lei.
Te Queremos por siempre y te adoramos ROBERTO GOMEZ BOLAÑOS....
Eres mi idolo y te re-adoro....
Laly Lopez.
Ecuador