jueves, 31 de julio de 2008

Orgullosos de ser peruanos

Una encuesta a nivel nacional realizada en el mes de Julio reveló que el 91% de los peruanos se sienten orgullosos de su país y no cambiarían de nacionalidad, y no es para menos. Últimamente es común escuchar a otras personas decir que el Perú está cambiando, que estamos mejor que hace algunos años y que su expectativa es que el país esté mejor en un futuro cercano.

Hay cosas buenas que están sucediendo en nuestro país y también está el hecho de que varios peruanos brillan por luz propia en el extranjero: Macchu Picchu es una de las nuevas 7 maravillas del mundo, la cocina peruana ahora es considerada una de las mejores del mundo, nuestras exportaciones no dejan de crecer año a año, tenemos una de las economías más sólidas de la región con una de las tasas de inflación más baja de América. Las cumbres internacionales (ALC-UE y APEC) y los tratados de libre comercio (TLC`s) firmados con EEUU y Canadá han puesto al Perú ante los ojos del mundo entero. A eso podemos sumarle el éxito personal de algunos peruanos, como el de Juan Diego Flores en la ópera mundial, el triunfo en los deportes de Luis Horna en dobles del Roland Garros y nuestra gran Sofía Mulanovich, el oncólogo peruano Elmer Huerta (ancashino de nacimiento) nombrado Presidente de la Sociedad Americana de Cáncer de los Estados Unidos, nuestro siempre distinguido Mario Vargas Llosa es uno de los cien mas grandes intelectuales vivos que influyen en el mundo (de la lista solo son cinco latinoamericanos), y recientemente los hermano Deysi y Jorge Cori Tello fueron campeones mundiales de ajedrez a nivel escolar en sus categorías (Sub-15 y Sub-13 respectivamente).

A eso podemos sumarle cosas que pasan en nuestro ámbito local, como por ejemplo la modernización de nuestra ciudad, el boom inmobiliario, la riqueza minera y sus récords de producción y exportaciones que coinciden con el buen precio de los metales en los mercados internacionales, el acceso a créditos de consumo de miles de personas, la reducción de la pobreza, el número de turistas que nos visitan día a día y paro de contar...

En estos días de fiestas patrias he podido presenciar en el rostro de mis conciudadanos un aire de tranquilidad que tal vez desde hace muchos años no se podía ver. Pasé por la cuadra 1 de la Av. Pardo en Miraflores luego de un paseo familiar con mi esposa y mis hijos y vi una feria artesanal llena de turistas y ciudadanos locales de a pie que compraban artesanías a un grupo grande de artesanos ubicados lo largo de toda esa cuadra, y pensé que esto está mejorando, que hay una mejor calidad de vida que hace algunos años. Sentí que el “Felices Fiestas Patrias” paso de ser acompañado de resignación y desesperanza a venir cargado de buenos deseos y gran expectativa hacia el futuro.

Creo que todo esto se da en un contexto en el que el mismo peruano hace que el país mejore; y lo hace con su trabajo, con su esfuerzo, con sus ganas de que cada día sea mejor, con sus inagotables deseos de superación. El peruano está dejando de ser el tipo desesperanzado, sin deseos de mejora, aquel a quien el día a día, las malas noticias y las circunstancias lo vencían, y ha pasado a ser un luchador, un tipo que trabaja con ganas, que desea superarse. Lo veo en el rostro de mis compañeros de trabajo, de mis amigos de la universidad, en mis familiares, en mis vecinos. El Perú está cambiando y lo está haciendo por el esfuerzo de su propia gente.

Es cierto que hay muchas cosas que deben cambiar aún. Está latente el tema de la inclusión social y que los buenos índices económicos tengan una repercusión en los sectores más pobres y alejados del país. Aún falta que nuestra clase política deje de ser tan paupérrima y mediocre y que una nueva generación de políticos jóvenes antepongan los intereses del país a sus propios intereses. Aún faltan leyes que beneficien más a los trabajadores que a los empresarios, y que los mismos dirigentes sindicalistas aprendan a vivir en democracia y no jalar el carro en el sentido contrario. Hay que trabajar aún con la delincuencia, con el desempleo, con el alza de los precios, y sobretodo mejorar los niveles de educación que es la base del progreso de los pueblos. Seguramente faltan más temas por desarrollar y cambiar en la vida de los peruanos, pero ahora el panorama no es tan desalentador como antaño.

Mi conclusión es que no debemos conformarnos y bajar los brazos. El futuro de nuestro país está en nuestras propias manos, en las ganas con la que salimos día a día a trabajar o hacia nuestro centro de estudios, en el beso que damos a nuestros hijos día a día, en el respeto a nuestras parejas, en nuestra buena educación, en el lugar que damos a Dios en nuestros corazones. El Perú está cambiando para bien, y no debemos dejar que nada ni nadie lo detenga, porque allí está el buen futuro para nuestros hijos, para los que vienen después de nosotros. No nos cansemos de dar nuestro mejor esfuerzo para conseguir que nuestro país crezca en todos los aspectos, todos debemos encaminar al país en el camino hacia el desarrollo con igualdad para todos los peruanos.

Pasaron estas Fiestas Patrias 2008 pero con lo que vivo y percibo en el rostro de los peruanos, me atrevo a decir que siempre será un buen momento para gritar: QUE VIVA EL PERU.

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